Sabemos que un nuevo hijo es una oportunidad preciosa que Dios nos da para rescatar antiguas deudas, conquistar el perdón o amparar, y siempre para ayudar al progreso de a un espríritu con el que tenemos algún compromiso, ya sea un antiguo compañero de crímenes,
Educación espírita no es sólo dar instrucción doctrinaria y enseñanzas evangélicas a los niños a través de las clases de evangelización infantil en el centro espírita. Es un gran servicio espiritual, esfuerzo moral, asistencia continua, orientaciones específicas, corrigendas evangelizadas y ejemplos cristianos, que solo podrán concretizarse a través de aquellos que realmente aman con alma y corazón al niño y al joven, ya sea en el hogar o en el centro espírita.
Todo el trabajo de formación en los establecimientos de enseñanza del mundo y de evangelización del niño en los centros espíritas, por bueno que sea, no conseguirá realizar la parte que le corresponde a los padres, ya que estos tienen el tiempo, la convivencia, la relación afectiva, el acompañamiento paso a paso de sus ideas, emociones y comportamiento. Frente a esta verdad educativa, los padres deben estar mejor preparados en las instituciones espíritas a través del estudio en grupos, encuentros de la familia, estudios profundos sobre la educación del niño con base en la doctrina Espírita.
Urge la preparación intelecto-moral de los padres y madres: el conocimiento espírita profundo, sumado a la autoeducación en el Evangelio de Jesús. El resultado de esa sumatoria de esfuerzos nos dará una mejor preparación para educar y construir el alma y el corazón de nuestros hijos. El hogar es donde el niño pasa la mayor parte de tiempo de su vida, asimilando y grabando profundamente todo lo que ve, escuha y siente, fijándose como elementos de conducta que influirán contructiva o destructivamente en su adolescencia y vida adulta. La formación moral y espiritual del niño es más el reflejo del ambiente doméstico, de la conviencia familiar y del ejemplo de los padres.
Como decía Allan Kardec, los padres "...muchas veces pecan más por ignorancia que por mala voluntad". En verdad, como dice el maestro lionés, buena parte de los padres se equivocan al educar a sus hijos debido a su culposa despreocupación: el desinterés acentuado en conocer la ciencia de la educación moral espírita del niño, a fin de trabajar con más lucidez en la rutina educativa del hogar. Todos los fracasos en la educación de los hijos son frutos de la indiferencia, ignorancia y materialismo que los padres preservan en la conducta y convivencia en el hogar.
No olvidemos que cada niño que nace es un espíritu endeudado, y que es nuestro deber contribuir a su progreso moral porque tenemos un compromiso con él. Estudiemos, preparémonos para lidiar con esos espíritus más evolucionados, que traen otros cuestionamientos, otras exigencias. Contemos con el Evangelio según el Espiritismo como nuestro aliado a la hora de la duda, para que cuando el Señor nos pregunte "¿qué hiciste con el niño que te confié?" no sintamos la amargura de reconocer que hemos hecho poco o nada para que ese espíritu se eleve en la senda de la perfección.
Traducción de fragmentos y comentarios propios sobre el libro "A arte moral de educar os filhos", de Walter Barcelos