Se vive hoy en la Terra el momento culminante de la
pérdida del sentido moral en beneficio de la vulgaridad y del placer engañoso.
Después de las indiscutibles conquistas de la
inteligencia, el ser humano está desquiciado, no lo deslumbran más las glorias
y las expresiones del macro así como del microcosmos, y está perdido en los
estímulos perturbadores de los goces temporarios, que desearía se volvieran permanentes.
Hay una lucha casi desquiciada en adquirir recursos,
legales o no, a fin de participar del banquete del desperdicio y de la lujuria,
de la disputa entre los egos autofascinados, utilizándose cualquier método que
otorgue el triunfo, sin la mínima consideración por la ética del
comportamiento.
Es cierto que en ese terrible combate existen excepciones
valiosas que están manteniendo las herencias ancestrales del deber y de la
dignidad moral, pagando el caro tributo de la burla de los frívolos y de la
falta de respeto de los alucinados.
Parece predominar una conspiración generalizada contra la
dignidad moral, que es la base de la sociedad próspera y feliz. Los altos
índices de corrupción en las diversas áreas de actividades públicas y privadas
asustan; no obstante, es más grave la indiferencia con que los extravagantes,
después de ser denunciados, prosiguen la convivencia social creando leyes y
administrando los bienes que consiguieron indignamente, como si fueran ciudadanos
verdaderos y honestos.
Hay momentos que se muestran difíciles para discernir
entre lo correcto y lo incorrecto, la deshonra y la moralidad, tal es la
cantidad de justificativas para las conductas incorrectas y fuera de lo común que
adquieren respetabilidad, burlando los principios morales de todos los tiempos.
El materialismo se presenta camuflado en denominaciones
religiosas que se complacen también en trabajar por los valores de la tierra en
perjuicio de los que se relacionan con el Reino
de los Cielos, de acuerdo a las sublimes propuestas de Jesús, en nombre de
quien sus representantes dicen estar al servicio.
Aumentan los mensajes provenientes del mundo espiritual con
honrosas invitaciones a todos para que
despierten y alteren la comprensión alrededor de los fenómenos de la
existencia, y presentar un comportamiento compatible con el orden y el
progreso.
Diversos estudios profundos y valiosos en varias áreas
del conocimiento psicológico y sociológico demuestran que el bien es bueno para
quien lo practica, así como la verdadera adquisición de la salud se inicia en
el pensamiento equilibrado, exteriorizándose como alegría y bienestar, que
superan las imposiciones perturbadoras de la caminata evolutiva.
Nunca se presentaron tantos y excelentes resultados de
investigaciones académicas que demuestran el alto significado del amor, de la
gratitud, del perdón en la construcción del ser integral como en estos días
conflictivos. Así y todo, el volumen de apelos al erotismo y a la violencia oscurece
las claridades libertadoras, generando incomodidad y tormenta emocional.
Eso sucede porque el ser humano que investiga la
posibilidad de vida más allá de la Tierra todavía no aprendió a vivir en el
hermoso planeta que lo abriga y que le sirve de escuela de sublimación.
Es tan indispensable cuanto urgente invertir en la
dignidad en todos los comportamientos humanos.