Página psicografiada por el medium Divaldo Pereira Franco durante la reunión mediúmnica del 11 de abril de 2011 en el Centro Espírita Caminho da Redenção, em Salvador, Bahia, cuando el Supremo Tribunal de
Justicia de Brasil aún estudiaba la cuestión del aborto del feto anencéfalo. Finalmente, la Corte decidió que el aborto en esos casos no es un crimen.
"Nada en el Universo sucede como un fenómeno caótico,
resultado de algún desorden que predomine en él. Lo que parece casual y destructivo
siempre es efecto de una programación trascendente, cuyo objetivo es el orden y
la armonía.
Igualmente, en los destinos humanos siempre prevalece la
Ley de Causa y Efecto como responsable legítima de todos los acontecimientos,
por más diversificados que se presenten.
El Espíritu progresa a través de las experiencias que le
permiten desarrollar el conocimiento intelectual mientras pule las impurezas
morales primitivas, transformándolas en emociones relevantes y liberadoras.
Al actuar bajo el impacto de las tendencias que en él
subyacen, fruto de vivencias anteriores, elabora,
inconscientemente, el programa al que se debe someter en la sucesión del tiempo
futuro.
Armonía emocional, equilibrio mental, salud orgánica o
sus opuestos, en forma de trastornos de diversa denominación, se constituyen
como un acontecimiento natural de esa propuesta evolutiva anterior y elaborada.
Todos experimentan, inevitablemente, las consecuencias de
sus pensamientos, que son responsables de sus manifestaciones verbales y
realizaciones exteriores.
Sintiendo íntimamente la presencia de Dios, la
convivencia social y las imposiciones educativas crean condicionamientos que, lamentablemente,
dan lugar en innumerables individuos a las dudas atroces en torno a su origen
espiritual y a su inmortalidad.
Aún cuando se vincula a alguna doctrina religiosa, con
las excepciones comprensibles, el comportamiento moral permanece materialista, utilitarista
y trabado a las pasiones que derivan del egoísmo.
Si no fuera así, seguramente muchos beneficios resultarían
de la convicción espiritual, que siempre define las conductas saludables, ya
que las mismas constituyen motivos de elevación y derivan del deber y la razón.
A falta de ese equilibrio, se adopta la actitud de
rebeldía cuando no se encuentra satisfecho con la sucesión de los
acontecimientos considerados frustrantes, perturbadores, infelices…
Desprovisto de los contenidos superiores que proporcionan
autoconfianza, optimismo y esperanza, esa rebelión estimulada por el
primitivismo que todavía subyace en el ser trabajando a favor del egoísmo,
siempre transfiere la responsabilidad de los sufrimientos y de los fracasos
momentáneos a los demás, a las circunstancias llamadas aciagas, que consideran
injustas y, dominados por la desesperación, huyen a través de mecanismos
derrotistas e infelices que lo degradan más, entre los cuales está el execrable
suicidio.
En la inmensa gama de instrumentos utilizados para la
autoeliminación, el que se practica mediante armas de fuego o caídas
espectaculares desde edificios, desde abismos, desarticula el cerebro físico y
prácticamente lo aniquila...
Pero los daños perpetrados no quedan allí sino que
alcanzan los delicados tejidos del cuerpo periespiritual, que se encargará de
componer los futuros aparejos materiales para proseguir la jornada de la
evolución.
Es inevitable que el renacimiento de aquél que buscó de
esa manera la extinción de su vida traiga degeneraciones físicas y mentales,
particularmente la anencefalia.
Muchos de estos considerados así, sin embargo, no están
destituidos totalmente del órgano cerebral.
De esta manera, hay anencefálicos y anencefálicos.
Un significativo número de anencefálicos conserva el
cerebro primitivo o reptiliano, o diencéfalo y las raíces del núcleo neural que
se vincula al sistema nervioso central...
Necesitan vivir en el cuerpo, aunque la fatalidad de la
muerte después del renacimiento los reconduzca al mundo espiritual.
No se trata de cosas transmitidas interiormente por la
mujer, sino de hijos, que no pudieron concluir la formación orgánica total,
puesto que son el resultado de la concepción de la unión del espermatozoide con
el óvulo.
Faltó en la gestante el ácido fólico, que se volvió el
responsable del terrible suceso. Pero sucede que la progenitora igualmente no
es víctima de la injusticia divina o de la espuria Ley de la Casualidad, pues
fue corresponsable del suicidio de aquel Espíritu que ahora la busca para
conseguir juntos el impostergable proceso de reparación del crimen, de la
recuperación de la paz y el equilibrio antes destruido.
Cuando las legislaciones desvarían y descriminalizan el
aborto del anencefálico, facilitando su aplicación, la sociedad camina a grandes
pasos hacia la legitimación de todas las formas crueles del aborto.
... Y cuando la Humanidad mata al feto se prepara para
otros crímenes hediondos que la cultura, la ética y la civilización ya deberían
haber eliminado en el vasto proceso de crecimiento intelecto-moral.
Los recientes gobiernos dictatoriales y arbitrarios
iniciaron su dominación extravagante y terrible legalizando el aborto y
culminando, a lo largo del tiempo, con los campos de exterminio de vidas
apoyados en los mórbidos prejuicios de raza, etnia, religión, política, sociedad…
La morbidez llega de ese modo, al clímax, cuando la vida
es desvalorizada y el ser humano se vuelve descartable.
Las locuras eugenésicas, en busca de seres humanos
perfectos, responden por crueldades inimaginables, desde los niños que eran
asesinados cuando nacían con cualquier tipo de imperfección que los hacía
inútiles para las guerras, en la cultura espartana, hasta los que aún se lanzan
a los ríos para que mueran ahogados, por traer deficiencias, en algunas tribus
primitivas.
¿Pero cuál es la diferencia entre la actitud de la
civilización griega, el primitivismo salvaje de esos clanes y la conducta
moderna en relación al anencefálico?
Mientras tanto, el proceso de evolución es inevitable. Los
criminales legales de hoy recomenzarán en el futuro en nuevas experiencias
reencarnacionistas sufriendo la frialdad del comportamiento y aprendiendo, a
través del sufrimiento, a respetar la vida…
* * * * * *
Compadécete y ama al hijito que se encuentra en tu
vientre, suplicándote sin palabras la oportunidad de redimirse.
Pregúntate si él hubiese nacido bien formado y normal y
presentase después algún problema de idiotez, de hebefrenia, de degeneración,
perdiendo las funciones intelectuales, motoras o de otra naturaleza, como
acontece a menudo, ¿también lo matarías?
Si ejercitas el aborto del anencefálico hoy, mañana
pedirás también la eliminación legal del hijito limitado, ahorrándote el
sufrimiento, como se alega en el caso de la anencefalia. Aprende a vivir
dignamente ahora, para que el tuyo sea un mañana de bendiciones y de felicidad."